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La isla de San Andrés, Caribe colombiano
5.11.18
Después de este recorrido por el interior de
Colombia, del que aún me quedan muchas cosas por ver pero a donde volveré
pronto, regresé a Bogotá para tomar un vuelo al caribe colombiano, en concreto
a la isla de San Andrés. Es un
archipiélago que, a pesar de pertenecer a Colombia, se encuentra ubicado justo
enfrente de Nicaragua. Para llegar hasta él, la ruta más fácil y sencilla es
tomar un vuelo desde Bogotá o Cartagena de Indias, con la compañía Wingo. Los billetes suelen ser baratos
incluso si los compráis de un día para otro, aunque a eso siempre hay que
sumarle la tasa de turismo para
entrar a San Andrés, que es de 109.000
pesos colombianos, 30 euros, y que hay que abonar en el punto de partida.
Una vez allí, moverse por la isla es muy sencillo:
podéis optar por tomar el transporte
público, lo más barato, o alquilar
una moto o carrito de golf, cuya capacidad suele ser de cuatro, por lo que
si viajáis en grupo os puede salir rentable. En cuanto al alojamiento, la mayor parte de los backpackers suelen quedarse en
el centro de la ciudad, sin embargo
a mis amigos y a mí, no nos gustó mucho la zona y decidimos alejarnos un poco y
hospedarnos en Siloe Cove Boutique, localizado
en la zona de El Cove. Su dueño Diego, un caleño afincado en San Andrés, nos
recibió con los brazos abiertos y nos explicó cómo funcionaban las cosas en el
archipiélago y por desgracia, lo caro que era todo. Una noche en Siloe, en
habitación compartida sin desayuno sale por 60.000 pesos, 16 euros, el doble de
lo que venia pagando hasta ahora, y así en la mayoría de los hostels.
Las expectativas que teníamos de San Andrés eran
bastante altas, una isla en medio del caribe colombiano, con aguas turquesas,
playas paradisiacas… Sin embargo, mis tres amigos y yo nos llevamos una gran
decepción. Sus habitantes, a pesar de vivir del turismo, no son como el resto
de colombianos y no se caracterizan por su hospitalidad, por lo que esto fue
uno de los principales factores de nuestro disgusto. Aún así decidimos sacarle
el máximo partido a nuestra estancia y pasamos el primer día en la playa de San Luis, ideal para todos
aquellos que queráis evitar el turismo masivo que se puede encontrar en la playa principal, donde están todos
los resorts. Es de arena blanca,
toda ella rodeada por cocoteros, con un color de agua de los más impresionantes
que he visto en mi vida (conocido como mar
de los siete colores) y algún que otro chiringuito donde poder disfrutar de
un buen Coco Loco: un cóctel
tradicional hecho con coco, ginebra, limón, ron blanco, tequila blanco, jugo de
piña y sirope de azúcar.
Para ir del Siloe Cove hasta aquí, podéis tomar un
autobús público o si contáis con vuestro propio vehículo tenéis dos opciones:
atravesar el archipiélago por la zona conocida como La Loma (buenas vistas en días despejados) o recorrer la isla
visitando puntos de interés como Far
West, la Piscina Natural o el Hoyo Soplador, todos ellos de pago. Diego nos
dijo que para lo que había que abonar no era nada del otro mundo, al igual que Morgan’s cave. Decidimos guiarnos por sus
recomendaciones y pasamos el resto del día buceando enfrente del hostel, un
buen lugar para los amantes del scuba
diving o para aquellos que prefieran hacer snorkel. Es curioso porque en el fondo hay una galería submarina con esculturas dedicas a Poseidón, rey del
Mar, obra del maestro Mario Hoyos. Si queréis bucear, podéis hablar con Diego y
él lo organizará, o acercaros a alguna de las escuelas ubicadas en los
alrededores del hostel.
Playa de San Luis
San Andrés es un buen lugar para esta práctica, pero la isla vecina de Providencia lo es aún
más. Además, según lo que tengo oído, los paisajes son impresionantes y merece
mucho la pena visitarla. El único problema es que acceder a ella es bastante
caro y opté por invertir el dinero en otros destinos, algo que me pesa a día de
hoy, ya que hubiese preferido pasar mis días allí en lugar de San Andrés. Pero
a lo hecho… pecho! En la segunda jornada, nos acercamos al puerto para contratar uno de los tours que salen
cada mañana hacia la isla Jonnhy Cay, al
Acuario, y a Rocky Cay. El precio suele rondar los 25.000 pesos
colombianos, siete euros, e incluye el transporte de un punto a otro. Lo mejor
es que os llevéis vuestra propia comida ya que ya os podéis imaginar lo caro
que es almorzar en alguno de estos lugares. No puedo negar la belleza los tres
sitios, pero he de decir que es muy complicado disfrutar de ellos debido a la
afluencia masiva de turistas ¡no cabe ni un alfiler!
Jonnhy Cay
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