Tras la parada en el pueblo de Jardín, seguimos con
el itinerario y pusimos rumbo al Quindío,
es decir, la zona del eje cafetero.
Para llegar hasta allí desde Jardín tuvimos que coger un “autobús”, y lo pongo
entre comillas porque en vez de bus fuimos en una chiva, un medio de transporte típico colombiano, muy colorido y que
suele ser utilizado para fines festivos. Fue toda una aventura, tomamos una
ruta de montaña, hacía bastante frío debido a la altura y los baches eran
considerables. Aún así, y a pesar de las cinco horas que tardamos en llegar a
Pereira, donde teníamos que cambiar de vehículo, nos lo pasamos muy bien. ¡Me
encantan este tipo de imprevistos! Una vez en Pereira, tomamos el siguiente
autobús y en cosa de hora y media estábamos en Salento, nuestro destino final.
Lo primero que hicimos fue elegir el hostel donde
pasaríamos las siguientes noches: Coffee Tree Boutique, del que tan sólo tengo buenas palabras. Podría ser considerado
como un hotel y yo creo que el único hecho de que no lo sea es que las
habitaciones, en su mayoría, son compartidas. La decoración es súper bonita, el
desayuno muy rico y las camas… un pedacito de cielo para aquellos que como yo,
decidan pasar un tiempo largo de aquí para allá con la mochila a cuestas. El
precio por noche es de 38.000 pesos, poco más de 10 euros, no es de los más
baratos pero a veces hay que darse un capricho, y cuando eres backpacker, esta es una buena manera
para consentirse a uno mismo.
Después del largo viaje hasta Salento, decidimos
relajarnos el resto del día y darnos un buen festín probando un plato típico de
la zona: la trucha gratinada, un
manjar para cualquier paladar. Nos recomendaron que lo hiciésemos en el restaurante Cocora’s, en plena plaza
del pueblo y con buenos descuentos. Hablando de gastronomía, otros buenos
lugares para comer en este pueblo son Brunch,
con grandes raciones (mejor que pidáis para compartir) y Betatown.
Además, si queréis salir de fiesta y conocer las
tradiciones colombianas podéis acercaros al bar los Amigos, donde cada tarde locales y turistas se reúnen a jugar al tejo. Se trata de un deporte
típico en el país y que cuenta con más de 500 años de historia. El objetivo
principal es el de lanzar un gran disco de piedra contra unas canchas de
arcilla, en las que previamente se han colocado unos sobres con pólvora que van
estallando haciendo sumar puntos al jugador de turno.
La estética del pueblo de Salento es parecida al de los
otros municipios colombianos que llevaba visitando las semanas anteriores. Casitas
blancas con balcones y puertas de colores que le hacen ser un lugar con mucho
encanto e ideal para unas cuantas fotografías. El mejor sitio para esto es la Calle Real, vía principal, llena de
tiendas de artesanías y cafeterías que invitan a cualquiera a entrar y
disfrutar de un agradable café de la región. La Real da paso además al Mirador y Alto de la Cruz, desde donde
se ve todo Salento. Su pequeño tamaño
hace que pueda ser recorrido en apenas una hora, sin embargo, en sus
alrededores hay varios puntos turísticos de obligada visita.
Tras la parada en el pueblo de Jardín , seguimos con el itinerario y pusimos rumbo al Quindío , es decir, la zona del eje cafet...