De Puerto
Princesa volamos a Cebú, la
segunda ciudad más popular de las islas Filipinas, ubicada en la región de Bisayas Centrales. Su economía es muy
importante para el país, situándose sólo por detrás de la de Manila, lo que les
hace tener una similar apariencia: edificios altos, coches por todos lados y
caos como principal protagonista. Por aquel entonces buscábamos un poco más de
tranquilad así que decidimos tomar un autobús al pequeño pueblo de Moalboal, al sudoeste de Cebú. La
compañía que opera este trayecto, de aproximadamente tres horas, se llama Ceres Liner y el precio es de 150 pesos
filipinos, es decir, tres euros.
Al llegar allí nos pusimos a buscar un hostal donde
pasar la noche. Tuvimos la suerte de encontrarnos con Babu, una mujer filipina
siempre dispuesta a ayudar a los extranjeros. Babu acababa de abrir un humilde
hostal y nosotras fuimos sus segundas huéspedes. Nos cobró 350 pesos por noche,
6.50 euros, en un cuarto compartido, nos presentó a su familia y amigos y nos
llevo a cenar al único restaurante que quedaba abierto a esas horas. El lugar
se llama Babu Backpackers y es
completamente recomendable para todos los que queráis conocer la generosidad
del pueblo filipino. Puede ser que el GPS no os indique donde está localizado,
sin embargo podéis preguntar casi a cualquier local y ellos serán los
encargados de mostraros el camino.
Además, justo al lado del hostal hay un restaurante y
bar, que también inauguraron el día de nuestra llegada, al que merece la pena
acercarse. Su nombre es J&C Food Haus y sus dueñas son también encantadoras. Un saludo para Jhaye Estrada!!!
Moalboal, aparte de la amabilidad de su pueblo, no
tiene mucho que visitar. La mayoría de los viajeros que llegan hasta aquí lo hacen
para bucear o ver las cascadas de Kawasan, a 25 kilómetros al
sur. Lo mejor para acceder a ellas es alquilar
una moto, lo que suele costar 300 pesos por día, 5.50 euros. Si os quedáis
con Babu, ella os ayudará a buscar todo lo que necesitéis. El camino a las
cascadas está correctamente señalizado con un parking disponible expresamente
para los visitantes. Es necesario pagar al aparcar si os queréis asegurar que
vuestra moto esté tal y como la alquilasteis cuando volváis a buscarla y no os
hayan hecho ningún faena simplemente por ahorraros unas monedas.
A su vez, es obligatorio abonar 40 pesos por persona como tasa de
medioambiente. Del parking a Kawasan hay que andar un poco, pasando por
poblados y atravesando un río de agua cristalina. Después de media hora se
llega a la primera y a la más turística de las caídas de agua. Su belleza es
imponente, sobre todo por los colores que posee, sin embargo no esperábamos que
estuviese tan abarrotada y esto no es decepcionó un poco. La segunda de las
cascadas está un poco más arriba y suele ser más tranquila. El atardecer lo
vimos desde la playa de White beach y
posteriormente decidimos acabar la jornada en los bares de Panagsama beach, entre los que destaca el Chili Bar, repleto de viajeros con ganas de pasarlo bien.
Camino hacia las cascadas
Primera de las cascadas
Cascada menos concurrida
White beach
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