Otro de los puntos fuertes de la isla de Palawan es el pequeño pueblo de Port Barton. En este lugar, de apenas dos calles, se respira
tranquilidad y el relax es el principal protagonista. Tanto es así que la electricidad sólo funciona de seis a 12
de la noche, algo que, por extraño que parezca, logra darle más encanto. Para
llegar aquí es necesario tomar un autobús o bien desde El Nido o desde la
capital, Puerto Princesa. El trayecto desde El Nido es de aproximadamente
cuatro horas y media y cuesta 500 pesos, 10 euros.
A pesar de su tamaño, Port Barton cuenta con una
amplia oferta hotelera. Nosotras nos quedamos en White Hauzz Inn, un pequeño hostal dirigido por María, una filipina
muy simpática que se encarga de hacer tu estancia aún mejor (además sólo cuesta
550 pesos, 10 euros, una habitación doble con baño). Un consejo: llevad dinero ya cambiado, no suelen
tener para tarjetas y los cajeros no funcionan muy bien.
Tuvimos la mala suerte de que durante el tiempo que
pasamos allí hubiese un pequeño tifón
que nos impidió hacer algunas de las cosas que queríamos. Aún así, disfrutamos
de dos días muy agradables rodeadas de locales y un grupo de jóvenes viajeros
que conocimos nada más llegar. Con ellos recorrimos las calles de Port Barton y
su playa principal, donde están la
mayoría de hoteles y restaurantes. También aprovechamos para acercarnos a White beach, un arenal en el que rara
vez te encuentras a alguien. Llegar es muy sencillo, sin embargo os intentarán convencer diciendo que está muy lejos y que es difícil acceder al mismo para que
les paguéis por guiaros.
Playa principal
Cruzando a White beach
White beach
Para completar la aventura y si tenéis la suerte de
que el tiempo os acompaña, no como a nosotras, podéis reservar cualquiera de
las excursiones en barco que salen
cada mañana y visitan los mejores lugares para hacer snorkel, o ir a las cascadas
de Pamuayan. Nosotras nos quedamos con las ganas pero sabiendo que
volveremos a este pequeño remanso de paz.
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