El lago de
Garda es otro de los grandes lagos italianos que hemos visitado. Es el
mayor de toda Italia con una superficie de 368 kilómetros cuadrados. Se
encuentra al pie de los Alpes, a 25 kilómetros al oeste de Verona y 95 al este
de Milán, y fue formado al final de la última glaciación.
Este lago está rodeado de pequeñas localidades que
constituyen uno de los centros turísticos más visitados de Italia, sobre todo
en verano. Nosotros cogimos un tren desde Milán con dirección Desenzano. Una vez estábamos en
Desenzano decidimos dar un paseo por la ciudad antes de coger un barco para
llegar hasta Sirmione, península de 4 kilómetros.
Sirmione está siempre lleno de turistas y sobre todo el día
que fuimos nosotros ya que era fin de semana y hacía muy buen tiempo. Lo mejor
que podéis hacer en Sirmione es perderos caminando por toda la península, ver
sus calles y disfrutar del agua
cristalina de Garda. Tendréis la sensación de estar en el mar en lugar de un lago.
Otra de las cosas que conviene visitar es el interior
de la Fortaleza Scaligera,
construido completamente sobre el agua por la familia Scaligeri de Verona en el
siglo XIII. Con el diseño escogido se permitía atrapar a los barcos invasores,
vulnerables a los proyectiles lanzados desde las murallas del castillo. La
entrada tiene un coste de 2 euros.
Las Grutas de Catulo también son otro de los
atractivos de Sirmione. Es una zona arqueológica situada en el extremo de la
península. En ella se encuentra una gran villa edificada en la primera edad
imperial. Por sus dimensiones, es la villa romana y orgánica más grande del norte de Italia. Nosotros, por desgracia
no entramos ya que comenzaba a hacerse de noche. Si estáis interesados, el precio de la
entrada es de 4 euros.
Cuando ya había oscurecido del todo, cogimos el barco
de vuelta a Desenzano y otra vez el tren para volver hasta Milán.
0 comentarios