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El sur de Myanmar: Dawei
7.11.19
Desde el primer momento en el que se me pasó por la
cabeza visitar Myanmar, escuché recomendaciones de otros viajeros diciendo lo
bonitas que eran las playas del sur y lo mucho que merecía la pena ir por lo
salvajes que eran. No estaba muy segura de si quería ir a conocerlas: primero, porque
la mayoría de ellas son bastante remotas y como no hay turismo el transporte
brilla por su ausencia o puedes llegar a tardar hasta 24 horas, segundo, porque
siendo del norte de España y después de vivir en Australia tres años, son pocas
las playas que me suelen sorprender.
Después de darle tres o cuatro vueltas a la cabeza,
tomé la decisión de ir a la península de
Dawei, una ciudad costera a la que pocos viajeros llegan pero que se irá
poniendo cada vez más de moda, ya que es un destino muy nuevo al que el
gobierno tenía cerrado el paso hasta hace unos años por los conflictos armados.
Para ir hasta allí contraté un servicio
de autobús en Lil Hpa An hostel por 15.000 kyats, casi nueve euros.
Sólo suele haber dos veces al día, a las seis de la
mañana y sobre la una, y tiene parada en Malwaymine. Yo escogí el de las seis,
que terminó apareciendo a las siete. Al ser un destino poco frecuentado, en vez
de en autobús, fui en una minivan llena de locales, todos ellos muy simpáticos y
curiosos ante mi presencia. Y como en todo viaje en Asía, hay que estar
preparado ante las adversidades, y esta vez no era menos. Sobre las tres de la
tarde, es decir ocho horas después, la minivan dejó de funcionar en mitad de la
nada. El conductor se bajó y estuvo un buen rato intentando repararla, cosa que
no pudo, y motivo por el cual nos subieron a otra que, por casualidad, pasaba
con sitios disponibles. Una hora y media después llegábamos a Dawei.
Allí me esperaba André,
un alemán que lleva viviendo en Myeik, un pueblo costero todavía más al
sur, unos cuantos años. Él es una de las personas que más está promoviendo el
turismo en el sur de Myanmar y por tanto me dio unas cuantas recomendaciones de
lo que podía hacer en la zona. Entre otras cosas, me aconsejó que me quedase en
el hotel Shwe Moung Than, que tenía
una oferta por 20.000 kyats la noche, 11
euros. El alojamiento, en general, en este país es bastante más caro de lo
que lo es en otros países del sudeste, y en particular, en zonas donde aún no
está desarrollado el turismo, es todavía más costoso ya que no hay hostels. A eso
hay que sumarle el viajar sola y no poder dividir los costes con otros viajeros,
principalmente, porque es complicado encontrar otros mochileros en el área.
La temporada,
tanto en Dawei como Myeik, comienza en octubre, cuando la temporada de lluvias cesa y se puede
disfrutar de días muy soleados. Lo más recomendable es pasar al menos una semana en el sur, para
poder visitar los dos lugares y realizar alguno de los tours en barco que André
ofrece. Cuando yo fui estaban organizando las primeras salidas y no me podían garantizar
que fuesen a salir los tours al no haber gente.
Por este motivo, el primer día decidí alquilar una
moto para recorrer la zona. Comencé la jornada visitando la fábrica de anacardos, un fruto seco muy popular en la región. En
cualquier país, el anacardo suele ser bastante caro y por primera vez comprendí
por qué. El proceso de obtención es muy complicado, en esta fábrica pude ver
decenas de mujeres sacándolo de su cáscara, a la que hay que echar un ácido
para que se ablande y por lo que se tienen que cubrir las manos ya que es
nocivo para la piel. Después, pasan al proceso de selección, separando los de
buena calidad de los de no tanta. Una vez elegidos, tienen que meterlo a un horno
hasta que sale el producto tal y como se comercializa. Una visita que merece la
pena si pasáis por aquí.
La playa principal de Dawei está a media hora del
centro de la ciudad y se llama Maungmagan.
Aquí tampoco hay muchos alojamientos, pero si queréis estar más cerca de la
misma podéis mirar la Coconut Guesthouse,
donde se suelen alojar la mayoría de turistas que llegan hasta este lugar. Pasé
la mañana caminando por el arenal, en el que sólo había un grupo de pescadores
locales, y comí en el restaurante Esso,
a pie de playa. El sur de Myanmar es el lugar indicado para comer marisco por
un muy bajo precio. Yo me pedí un spicy crab, cangrejo picante, con un
tamaño descomunal y pagué 5.000 kyats, tres euros.
Con el estómago lleno, me subí en la moto y recorrí
los pueblitos de alrededor hasta llegar a la
playa de Sanmaria, en la que también, las únicas personas que vi fueron
pescadores locales secando el pescado. Cerca de Sanmaria está la pagoda de Myaw Yit, ubicada en una
pequeña isla y cuya estampa es bastante pintoresca, sobre todo si la marea está
alta. Según André me comentó, las playas empiezan a ser más bonitas a medida
que vas bajando, y entre ellas destaca Paradise
beach, con unos bungalows donde
os podéis alojar, y Grandfather beach. La
única manera de llegar es en moto y las carreteras no son muy buenas, así que,
al estar sola decidí no ir. Volví a Dawei y subí a la terraza rooftop del Shwe
Moung Than a ver el atardecer y descansar para el tour en barco que contraté
para el siguiente día y del que os hablaré en el próximo post.
Secando el pescado
Sanmaria
Pagoda de Myaw Yitt
Atardecer desde el hotel
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