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El Templo de la Cueva de Dambulla

28.1.18

Y mientras subía a la roca de Pidurangala, conocí a dos chicas inglesas y a su guía. Es muy común contratar a un srilankés en Kandy y visitar con él todo el área próximo a Sigiriya. Por lo general, esto lo suelen hacer parejas y grupos, y así dividen los gastos. Muchos de ellos viajan juntos desde el principio, otros se conocen en los hostales y se agrupan con el objetivo de explorar la región. Contratar a un local para ir a la zona de Sigiriya, suele costar entre 25 y 30 dólares americanos, esto incluye el traslado ida y vuelta desde Kandy, normalmente en tuktuk, y diversas paradas a establecer con el conductor. Las más comunes suelen ser Sigiriya, Pidurangala, el Templo de Oro y de la Cueva, campos de arroz, jardines de especias, puestos de fruta…

Pasé con las chicas y su guía un buen rato y como nos dirigíamos al mismo punto me ofrecieron ir con ellos en vez de tener que coger el autobús (que por cierto, el último de Sigiriya a Dambulla es sobre las cinco y media de la tarde). Por el camino, Madu, que así se llamaba, se detuvo en un puesto de fruta en la carretera para que probásemos los mejores mangos que he comido en mi vida. También pidió varios cocos, en concreto, el popular ‘King Coconut’, autóctono de Sri Lanka, y unas cuantas bananas rojas, que según se cuenta por allí son buenas para los hombres porque ayudan a mantener la erección durante el sexo.

 





Madu contándonos la leyenda de la banana roja

Después nos dirigimos al Templo de la Cueva de Dambulla, algo que recomiendo altamente visitar. Es un conjunto de cuevas con templos en su interior. Hay aproximadamente 80, sin embargo sólo se visitan cinco de ellas. La entrada cuesta 1.500 rupias, ocho euros, y conviene que preguntéis dónde están las taquillas ya que hay mucha gente que se las pasa, sube hasta lo alto de la montaña (donde está el templo), y le hacen volver a bajar al no tener el ticket. A la entrada del recinto se encuentra el Templo de Oro, con un gran Buda en lo alto del mismo, yo no entré porque me dijeron que no merecía mucho la pena y además era ya tarde así que fui directa a las cuevas.

La subida es un poco dura, y más cuando has hecho en el mismo día la visita a Sigiriya y Pidurangala, pero una vez más el esfuerzo tiene recompensa. Nada más llegar, llaman la atención las vistas que se obtienen desde la ladera de la montaña y el emplazamiento del templo, justo debajo de una gran roca. Para acceder a las cuevas hay que atravesar un “edificio blanco” y no volverse loco con el canto de las golondrinas que cada día van allí cuando empieza a anochecer. Una vez dentro sólo queda admirar las más de 150 estatuas de Buda y las pinturas del techo de las cavidades. Puedo afirmar que quizá sea uno de los templos que más me ha llamado la atención. Cierran a las siete de la tarde así que aseguraros de llegar al menos hora y media antes.

 Entrada al recinto
 Templo de Oro

 Subida al Templo de la Cueva



 Entrada al Templo de la Cueva
















Para volver a Kandy, salí del lugar de culto y cogí un autobús desde la parada próxima al mismo. Otra de las opciones es quedarse a dormir en Dambulla y aprovechar el día siguiente para acercarse a las ciudades antiguas de Polonnaruwa y Anuradhapura. La entrada ronda los 25USD, para cada una de ellas, y al haber estado ya en Ayutthaya (Tailandia) que es parecida, y haberme gastado las 4.260 rupias de entrada a Sigiriya preferí pasar e invertir el dinero en otras visitas. Los viajeros que conocí que habían estado, me comentaron que era bonito pero no imprescindible. Quizá para mi próxima estancia en Sri Lanka!

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