Además de playas, surf y fiesta, Bali tiene también
una gran cultura que se ve reflejada, sobre todo, en el principal centro
sociocultural de la isla, Ubud. Este
pueblo se localiza a 35 kilómetros al norte de Kuta, en el corazón del
archipiélago balinés, y es una parada obligatoria para todos los turistas que
lo visitan. La mayoría de ellos optan por quedarse dos o más días, sin embargo,
se puede contratar a un taxista local
para conocer en una jornada los puntos más interesantes de la zona. Nosotros
elegimos la segunda opción, nos vinieron a buscar a primera hora y sobre las
ocho de la tarde estábamos de vuelta al hostal.
Si queréis hacer esto podéis escribirme y os daré el
contacto de la persona que nos hizo el servicio. Suelen ser taxis grandes, con
seis o siete plazas, por lo que cuantos más seáis mejor ya que el coste siempre
suele ser el mismo (600.000 rupias, 42 euros, a dividir entre los ocupantes).
No os preocupéis si viajáis solos o en pareja, el taxista se encarga en muchas
ocasiones de buscar más gente para la excursión.
El Bosque
de los Monos, Sacred Monkey Forest Sanctuary, fue el primer lugar en el que paramos. Es una reserva natural conocida
por los más de 600 monos que habitan en ella. Además, el recinto cuenta con
tres templos y un cementerio para estos pequeños seres, todo ello rodeado por
más de 115 especies vegetales. El objetivo principal del bosque es conseguir
paz y armonía para los que lo visitan a través de la filosofía hinduista “Tri Hita Karana”, que significa “Tres caminos
para alcanzar el bienestar espiritual y físico”, entre las personas, con la
naturaleza y con el Dios supremo. Pero no sólo eso, este espacio está también
dedicado a la conservación de plantas raras y al estudio del comportamiento de
los primates. La entrada tiene un precio de 20.000 rupias, 1.40 euros.
El cementerio
Después nos dirigimos a las terrazas de arroz de Tegallalang, lo más parecido al cielo pero
en color verde ¡Es precioso! Aunque hay que tener en cuenta la ardua labor que
desempeñan los campesinos que trabajan en ellas día tras día, desde que sale el
sol hasta que se va. El clima húmedo y cálido que caracteriza a Bali hace que
se pueda cosechar arroz durante todo el año y que esta semilla sea muy valiosa
para sus habitantes, tanto que no sólo la encontraréis en vuestros platos a la
hora de comer. Podréis ver granos de este cereal en la frente de balineses
acudiendo a ceremonias y en unas pequeñas bandejas, hechas con hojas de palma,
que utilizan como ofrenda para apaciguar a los dioses. Tened cuidado porque las
suelen colocar en el suelo y es muy frecuente pisarlas sin darse cuenta.
Tras dar una vuelta por los campos, hicimos una pausa para comer en un restaurante de Tegallalang. Hay varios y las vistas desde ellos son increíbles. Qué mejor que comer un buen plato de arroz observando las terrazas y habiendo conocido a algún que otro campesino! Sabe incluso mejor!
Cestas de ofrenda a los dioses
Algunos de los restaurantes
0 comentarios