Este año me encuentro en Milán con una beca Erasmus.
Milán es para mí como el epicentro de Europa, piensas en
un lugar que quieras visitar, extiendes el mapa, mides las distancias y te das
cuenta de que todo queda más o menos cerca.
Así que estoy aprovechando la situación para hacer algo
que me rondaba la cabeza: viajar todo lo que pueda y después ponerme manos a la
obra, abrir este blog y compartir mis viajes.
Voy a empezar por mi viaje a la Costa Azul.
Después de comentar mi idea de viaje a tres amigos,
nos organizamos, alquilamos un coche y cogimos las maletas. Queríamos gastar lo
mínimo posible y aunque nuestro destino no fuese de los más baratos, como de
todos es sabido, hicimos cuanto pudimos para que no nos saliese demasiado
caro.
Buscamos hostales baratos donde pasar las noches,
cargamos el coche con bolsas de comida, fruta, agua…de tal manera que, a la
hora de comer, los gastos fuesen relativamente bajos. Hicimos las maletas
en base al tamaño del maletero, es decir una maleta para cada dos (el coche era
pequeño), y pusimos rumbo a nuestro primer destino.
Primer destino - Saint Tropez
Según la leyenda, la ciudad debe su nombre a Caius
Silvius Torpetius o Torpès (San Torpetes de Pisa), un oficial
romano de la corte de Nerón, nacido en Pisa y convertido al
cristianismo por San Pablo. Nerón ordenó su decapitación y su cuerpo fué
metidos en una barca a la deriva en el río Arno llegando más tarde a la costa
que hoy toma su nombre. St. Tropez.
Actualmente es conocida por la vida nocturna, boutiques
de lujo, playas preciosas y sobre todo sus grandes yates.
Llegamos sobre la 1 del mediodía, aparcamos el coche a
las afueras, el aparcamiento en el centro suele ser de pago, y nos encaminamos
hacia el corazón de la ciudad. Lo primero que visitamos fué el puerto, que nos
dejó con la boca abierta: yates enormes, coches de alta gama y turistas como
nosotros respirando el aire de lujo que reina en Saint Tropez.
Después de dar un paseo entre los pantalanes recorrimos todas y cada una de las calles de esta ciudad que no nos dejó para nada indiferentes. Calles estrechas, empedradas, con colores llamativos … todas ellas muy bien cuidadas. A ambos lados de las calles, las famosas boutiques de lujo, a las que por supuesto no pudimos evitar entrar … a mirar.
Cuando terminamos de ver cada rincón de la ciudad decidimos subir a la Ciudadela: una vieja
fortificación en la colina de Saint Tropez. Por desgracia estaba cerrada y no
pudimos visitarla, pero las vistas desde lo alto de la colina eran
impresionantes y merecieron la pena. Además pudimos ver el cementerio marino de la ciudad.
Una
de las cosas a destacar de este enclave de la Costa Azul es la vida nocturna. Sin
embargo en esta época del año todas las discotecas se encuentran cerradas y preparándose
para la gran afluencia de personas que acogen cada verano. Así que no nos quedó
más remedio que abandonar Saint Tropez y dirigirnos a Cannes a pasar la noche.
2 comentarios
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMaravilloso destino. Una vez tuve la oportunidad de conocer un hotel estilo Saint Tropez en Punta del Este, Uruguay y ahora no me puedo quitar de la mente la idea de conocer el sitio original.
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