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Myanmar: conociendo Yangon
28.10.19
En mi caso, y tras estar un mes recorriendo Vietnam,
escogí como aeropuerto de llegada el de Yangon.
¿El motivo? Los vuelos generalmente suelen ser más baratos que a Mandalay o Naipydó,
tanto de entrada como de salida, y así podía hacer una ruta circular comenzando
en esta urbe y tomando mi vuelo de regreso a España en el mismo lugar. En este
post podéis encontrar toda la información que necesitáis para vuestra llegada: ‘Llegada a Myanmar: vuelos, visados y
traslados’.
Yangon, que en birmano significa ‘Ciudad sin enemigos’ es el núcleo
urbano más grande del país y fue, hasta el año 2005, la capital. Posteriormente,
ésta fue trasladada a Naipydó por decisión de la junta militar. A pesar de ser
de gran tamaño, no está muy desarrollada, como otras ciudades de Asia, y a no
ser que vayáis sobrados de tiempo, no recomendaría pasar más de un día recorriéndola.
La zona en la que la mayoría de backpackers suelen hospedarse es Chinatown y las proximidades a la Sule Pagoda. Es un lugar céntrico,
cerca de todos los atractivos turísticos y además los precios son muy
asequibles. Algo a tener en cuenta es que los
precios en Myanmar son, en muchas ocasiones y en lo que a alojamiento
respecta, bastante más elevados que en otros países del sudeste asiático.
Mi primera noche en el país birmano me quedé en el Lil Yangon Hostel, y no se lo
aconsejaría a nadie. No suelo tener problemas en ningún sitio, ya que siempre
paso el mínimo tiempo en los hostales pero en este tuve una pésima experiencia.
Todo comenzó con la mala predisposición del
staff para ayudarme y resolver algunas dudas que tenía. Después, al llegar al cuarto nada se asemejaba con lo que había visto en
las fotografías: estaba todo bastante
sucio, por no hablar de los baños, y además a las tres de la mañana un grupo
de locales, a mi parecer ebrios, llegaron encendiendo todas las luces y
conversando a voz en grito con uno de los recepcionistas.
Después de estar un mes por Myanmar, otros mochileros
me recomendaron que me alojase en el Baobabed Hostel, que forma parte de una cadena, y por tanto lo escogí para la noche
anterior a mi vuelo con destino España. Este lugar está mucho mejor y además
suele haber ambiente, por lo que es un buen sitio para conocer otros viajeros.
Baobabed está justo en las calles más transitadas de
Chinatown, por lo que empecé mi ruta paseando por los alrededores hasta llegar
a la Sule Pagoda, ubicada en el
centro de Yangon. Este templo sirve de referencia para las distancias kilométricas
hacia el norte del país. Se puede entrar a visitar, pero como cada punto turístico
en Myanmar, hay que pagar una entrada. En este caso, son 3.000 kyats, 1.76 euros, que preferí ahorrarme para la pagoda de Shwedagon.
Chinatown
Sule Pagoda
Desde ahí, fui caminando hasta la estación de trenes. Había oído que era muy interesante hacer la ruta del tren circular, que recorre
las afueras de Yangon, permitiendo ver al turista c ómo
es la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad más grande del país
birmano. Sin embargo, al llegar a las taquillas me dijeron que esta ruta estaba
cerrada por un año debido a reparaciones en las vías. Me dieron la posibilidad de tomar un
tren, ida y vuelta, hasta Insein
pero el siguiente no salía hasta al cabo de una hora por lo que decidí marcharme
y seguir visitando otros atractivos. Si estáis interesados, el trayecto total
es de aproximadamente dos horas, los tickets son muy baratos y los tendréis que
comprar en las taquillas ubicadas en el andén
número 7. Dato a tener en cuenta: los paisajes no son nada del otro mundo, según
me dijeron, la esencia de este recorrido es ver y conocer a los locales.
Para continuar con la ruta, me acerqué al mercado de Bogyoke, uno de los más
populares entre los turistas para hacer sus compras. Además, su arquitectura es
de estilo colonial, como muchos otros
edificios de Yangon, al haber sido colonia inglesa. Está abierto todos los días,
desde las nueve hasta las cinco.
Estación de trenes
Mercado de Bogyoke
Al caer la tarde, tomé un Grab con destino a la Shwedagon Pagoda, la más sagrada del
país al contener en su interior reliquias de Buddha, entre ellas un trozo de
tela y ocho cabellos de Siddharta Gautama.
Es un lugar que impresiona, tanto por los 100 metros de altura de su
estupa, como por el baño de oro con el que está cubierta. La entrada vale 10.000 kyats, seis euros, y hay que
entrar descalzo, como en todos los lugares de culto de Myanmar. Bajo mi punto
de vista, merece la pena ir antes del atardecer ya que no hace tanto calor, no
os quemaréis los pies y además es muy bonito ver como van cambiando los tonos
dorados dependiendo de la luz. Cerca de la Shwedagon Pagoda está el People’s Park, uno de los mejores sitios
para ver el atardecer.
Y si el barrio
de Chinatown es conocido por algo, además de por la gran cantidad de
hostels que se pueden encontrar, es por la experiencia
gastronómica que ofrece. Terminé mi jornada por Yangon en el mismo sitio
que la empecé, en la calle 19. Este
lugar se transforma por la noche, todos los restaurantes sacan sus mesas y
sillas y se llena de gente, tanto turistas como locales, con ganas de comer una
buena barbacoa acompañada por una cerveza de la más que conocida ‘marca Myanmar’.
Entrada a Shwedagon Pagoda
Puesto de comida en la calle 19, Chinatown
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