A 18 kilómetros del pueblo de Whistler se encuentra
el Parque Nacional de las cascadas Brandywine, un lugar al que
merece la pena ir por su belleza y cercanía. Llegar al parque es muy sencillo,
tan sólo hay que tomar la autovía, conocida como Sea to Sky, hasta que aparezcan las señalizaciones que indican el
desvío que conduce al parking de Brandywine. Desde ahí, caminando tan sólo 10
minutos, durante los cuales se cruzan las vías del tren que atraviesan el
bosque, se llega hasta el mirador que da a las cascadas.
Esta obra de arte, situada en terreno glaciar, se
formó como consecuencia de la erupción de uno de los volcanes que componen el
cinturón volcánico de Garibaldi. La lava cayó sobre el área y posteriormente se
enfrío creando capas resistentes que son las que consolidan hoy en día las
paredes de Brandywine falls. 10.000
años más tarde, el glaciar se fue derritiendo dando lugar al arroyo Brandywine,
que fue poco a poco erosionando la superficie creada por la lava hasta
conseguir formar una caída de agua de 70 metros.
Existen dos teorías acerca del nombre Brandywine. La
primera de ellas es que dos chicos de la zona hicieron una apuesta de adivinar
cuánto medían las cascadas. El que ganase se llevaba como precio una botella de
brandywine y por ello llevan esta
denominación en la actualidad. La segunda es que otros dos chicos del área
murieron aquí después de emborracharse bebiendo brandy.
Pero el camino no acaba en el mirador, sigue otros cinco minutos más hasta llegar al punto desde el que se observa el lago Daisy, de color azul turquesa. Aquí empiezan las vayas que impiden el acceso a la base de las cascadas. Sin embargo, es muy común que la gente lo salte ya que las vistas desde abajo son bastante más bonitas que desde la terraza. La bajada viene a durar poco menos de media hora pero hay que ir muy atento y tener cuidado por la gran cantidad de rocas sueltas que hay.
Pero el camino no acaba en el mirador, sigue otros cinco minutos más hasta llegar al punto desde el que se observa el lago Daisy, de color azul turquesa. Aquí empiezan las vayas que impiden el acceso a la base de las cascadas. Sin embargo, es muy común que la gente lo salte ya que las vistas desde abajo son bastante más bonitas que desde la terraza. La bajada viene a durar poco menos de media hora pero hay que ir muy atento y tener cuidado por la gran cantidad de rocas sueltas que hay.
Lago Daisy
De bajada a la base
En la base
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