En el tercer día de tour nos llevaron a visitar la
capital de Fiji: Suva, localizada en
el sureste de la isla Viti Levu. Sin embargo, no nos dejaron todo el tiempo que
hubiésemos querido para poder ver la ciudad adecuadamente, ya que teníamos
otras actividades programadas. Aún así, los atractivos turísticos de la urbe no
son muchos y en medio día, para aquel que desee verla con propiedad, se puede
recorrer entera. Entre los puntos de interés destaca la catedral católica, el museo de Fiji, edificios de la época colonial, así como la fusión de
templos y mezquitas.
En concreto, el plan que teníamos para esa jornada
era acercarnos a la forma de vivir de los fijianos y profundizar en su cultura.
Para ello, nos llevaron a la escuela de
Nausori, situada en lo alto del pueblo que da nombre a la misma. Antes de
llegar, tuvimos que parar a comprar un sarong, tela larga, similar a un
pareo, que se utiliza generalmente en los países del sudeste asiático y algunas
islas del Pacífico para cubrir las piernas y que suele usarse en señal de
respeto, sobre todo, en las ceremonias típicas. Otra de las cosas que
preparamos con anterioridad fue una pequeña donación para entregar a los niños
del colegio, que nos esperaban ansiosos a la entrada.
Nos asignaron un alumno a cada uno para guiarnos por
toda la escuela y explicarnos cómo funcionaba. Nuestras caras eran un poema al
escucharles hablar inglés y es que al haber sido colonia inglesa, las clases se
les dan en este idioma dejando el fijiano para uso familiar. Al acabar el tour,
nos reunieron a todos y nos sorprendieron con cantos y danzas típizas. Finalmente,
estuvimos jugando con ellos hasta que llegó el momento de la despedida. Nos
fuimos con un muy buen sabor de boca, a decir verdad, fue una de las
actividades que más nos gustó.
Pueblo de Nausori
Pero el día no había terminado y los habitantes del poblado Nasautoka nos esperaban para
realizar con nosotros la ceremonia del
kava, conocida como Sevu Sevu, y
disfrutar de la comida típica del lugar. Este rito ancestral se solía realizar
antiguamente en eventos sociales tales como bodas, funerales, reuniones de
negocios o, como fue en nuestro caso, para dar la bienvenida a las visitas. En
muchas aldeas se siguen practicando y para poder tomar parte es fundamental
llevar el sarong y nombrar a un líder
del grupo que será el que se comunique con el jefe del poblado.
El líder, siempre varón, entra el primero y se sienta
al lado del jefe y enfrente de los integrantes de la aldea, vestidos con el
traje típico de guerreros, que llevan a cabo la preparación y la ofrenda del
kava. Posteriormente, entran el resto de los varones para sentarse a uno de los
lados del líder y en último lugar, las mujeres, que deben colocarse justo en la
zona contraria (normalmente, ellas no son admitidas en las ceremonias).
Cuando está todo el mundo en su respectiva posición, uno
de los guerreros comienza a mezclar las raíces y cuando considera que el kava
está preparado pide permiso al jefe para empezar a servirla. Antes de que te lo
entreguen debes decir “Bula Saka”, que
significa “Hola Señor”, te lo dan y tienes que beberlo de un trago y al
finalizar decir “Vinaka Saka”,
“Gracias Señor” y devolver el cuenco. El sabor no es muy agradable pero según
ellos posee muchos beneficios para la salud.
Ya con el estomágo lleno, los habitantes de la aldea
nos llevaron al río para darnos un paseo a lo largo de él en el típico Bilibili,
una barca hecha con bambú que es utilizada por los fijianos desde hace
siglos para cruzar de una orilla a otra del afluente. A menudo, sirve para transportar
a los niños que viven en zonas aisladas de la aldea y que cada mañana se
levantan con horas de antelación para poder llegar al colegio a tiempo. Para no
mojarse meten el uniforme en una bolsa de plástico que cargan al hombro y una
vez en la escuela se cambian de ropa.
El jefe y nuestro líder
Bilibili rafting
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